Reglas de
conducta, la tarea de Juancito
-Qué bueno sería- comentó en
voz alta Juan, un niño de apenas nueve años de gordas mejilla y pelo color
rojizo con ojos saltones color cielo, inquietando a su hermana Pilar que estaba
sobre la mesa del comedor estudiando-¿Te gustaría a ti también?- preguntó a su
alarmada hermana.
-Qué raro eres a veces Juancito-
observó Pilar, diez años mayor que su hermano, al contrario que Juan, Pilar tenía
los ojos color negros y su cabello era
rubio, sus mejillas estaban algo delgadas y su cuerpo era esbelto.
- Pero no soy raro, solo un
gran soñador- confesó éste.
-¿Ahora que te traes en esa
mente retorcida?- preguntó volviendo su atención a sus apuntes.
- Estaba pensando que bueno sería
tener una vida ordenada.
Pilar dejo de observar sus
apuntes para quedarse boquiabierta mirando a su hermano.
-Pili parece que has visto
un fantasma.
-No, solo que cada día me
convenzo más que tú, eres una especie en extinción, tienes ya una vida y creo
que es lo bastante ordenada- le recordó.
-Sí, pero no me refería a mi
vida, estoy haciendo una redacción, la maestra nos mandó que redactáramos
alguna utopía.
-¿Que se te ocurrió?-
preguntó deseando que terminara rápido.
-Escribí unas reglas de
conductas que están de pelos- confesó con una sonrisa de oreja a oreja- Primera
regla, cada ciudadano de “Creyentelandia”, deberá someterse obedientemente ante
los gobernantes y las autoridades.
-¿”Creyentelandia”? donde…-
pero Juan no la dejo continuar.
-Segunda Regla, siempre debo
estar dispuesto hacer el bien, tercera, no hablar mal de nadie.
-Sí, la tercera debería ser
el lema de la ciudad- dijo con un entusiasmo no fingido.
-La cuarta, buscar la paz y
ser respetuosos, la quinta, ser amables y atentos con todo el mundo.
-¿Pero esa regla no iría
junto con la segunda?- preguntó ceñuda Pilar.
-Quizás, la sexta y última,
pero no menos importante, evitar discusiones necias, sobre todos aquellas que
se mencione la política y la religión, pues no hay sentido en estas cosas, cada
uno ya tiene su punto de vista y nadie lo hará cambiar de parecer, así evitaríamos
grandes peleas o hasta las guerras.
Pilar miro a su hermano sin
decir una palabra.
-¿No te gusto mi tarea Pili?
-No, me has dejado
sorprendida enano- contestó- ¿cuándo se te a ocurrido eso?
-Ayer por la tarde cuando vi
a mamá, la abuela y papá parloteando sin sentido, quizás los mayores deberían tener
en cuenta estas reglas y sus vidas serian un poquito menos desordenadas.
Pilar sonrió, no dejando de
pensar que quizás Juancito tendría razón.
=)
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