El
universo conspira.
Eliana decidió que estaría en paz con ella misma,
dejaría la “mala” vida que estaba llevando, sufrir por personas que no valían
la pena, y se concentraría en lo que realmente importaba, ella.
A veces reconciliarse con uno mismo es difícil,
porque cargamos con munición pesada en bolsas bien selladas por si esas
“municiones” quieren escapar. A pesar de esto ella siguió adelante con este
gran paso, miró las estrellas titilantes en el cielo y sintió como su mente se
suspendía en aquella manta negra que poseía pequeños brillos.
Depender de sí misma le era tan fácil, pero
desprenderse de lo que creemos que desordena nuestras vidas y suspendernos en
el aire liviano, no es fácil, porque debemos depender de la fe, Eliana tenía
fe, fe en sí misma, pero esa noche supo que debía depender de algo más, y optó
por poner su fe en el universo.
Sintió como una paz envolvió sus sentidos y sabía
que después de esa noche no sería lo mismo.
El cielo le inspiraba confianza, se dio cuenta de
que solo necesitaba el aire para respirar y amor, amarse.
Al principio se sintió absurda, hablar con el
universo o con quien estuviera detrás de aquel manto oscuro no era sencillo,
pero sintió paz y siguió hablando a las estrellas.
–Seguramente el universo conspirará a mi
favor– pensó Eliana con lágrimas en los
ojos.
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