lunes, 9 de enero de 2017



Construyendo una amistad

Carlos era consciente de que su nuevo papel en la sociedad empezaba a tomar forma, ya no era un niño y por lo que su acné le dejaba ver ya estaba en la odiosa etapa de la pubertad, o al menos eso decía su abuela.
–Te pondrás más terco, le aullarás a tus padres en todo y serás una planta en tu habitación.
¿Era realmente cierto lo que le decía su abuela? ¿Acaso se convertiría en lobo?
En fin Carlos duró mucho tiempo en descubrirlo, él y su prima Patty eran nuevos en el liceo en donde asistirían y la regla número uno de la ciudad era pertenecer a una pandilla. Carlos se preguntaba, “¿qué si no consigo una, me convertiré en lobo?"
Quizás es gracioso verlo caminar por ahí simulando saber cómo debe comportarse, pero no para él este primer día en el liceo sería como su presentación a la nueva era de su vida.
Fue frustrante para el cuándo volvió a su casa y no llevaba ningún racimo de amigos como muchos los habían logrado.
–Es que eres nuevo en la ciudad ¿qué esperabas?– preguntó su hermano mayor.
– ¿Me convertiré en lobo?
–La abuela y su ridículo discurso de la pubertad, Carlos, solo tienes que relajarte, una amistad no nace de la noche a la mañana, solo se forja con el día a día.
Carlos miró a su hermano como aliviado y preguntó: – ¿Entonces si conseguiré amigos?
–Por montones, si así lo decides, o puede que sean contados con los dedos de una sola mano, en fin esa será tu decisión.
– ¿Qué debería tener en cuenta?
–Como ya lo dije la amistad es algo que se construye, como una casa, lleva días levantar una construcción, primero lo primero, conocer a la persona, ver que tienen en común y si se aceptan tal cual son ese será el indicado.
– ¿Y si tiene cosas que no me agradan?
–Solo piensa que tú también las tienes y ese será el secreto para que dure, la tolerancia.

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