Desquiciadamente
Sonia estaba muerta de miedo, le habían anunciado hace más de dos días que se iría de aquel lugar, al parecer su locura había desaparecido, lo cual ella no se lo había creído para nada. Sí bien las pesadillas y los ataques de furia habían terminado, le aterraba la idea de volver a caer en aquella oscuridad.
No estaba curada, se había repetido mil veces aquel día, no podía estarlo cuando se sentía refugiada en un hospital para enfermos mentales lejos de los recuerdos.
Estaba allí cumpliendo una condena por intento de homicidio y secuestro. Su abogada, la famosísima Lara Parker, logró que dicha condena la pasara a cuidados de doctores y no en una cárcel.
-Es hora de ir con el terapeuta- le informó una enfermera que se había vuelto su confidente- no los hagas esperar.
-Gracias.
Sonia caminó por aquel frio pasillo, donde muchas veces había transitado, los recuerdos la envolvieron como una frazada en noches de inviernos. Apresuró sus pasos para dar por terminada el acoso de éstos, llamó a la puerta y una voz áspera le permitió entrar.
En el consultorio vislumbró no solo al terapeuta, también estaban su nutricionista y su psicóloga.
Un nudo se le formó en su estómago y las lágrimas comenzaron a salir.
-¿Qué sucede?
-Bueno la idea era sorprenderte y creo que lo hemos logrado- contestó Andrea, la psicóloga.
Sonia sintió la necesidad de correr a sus brazos, odiaba lo sentimental que estaba, bueno al menos era normal según el cuerpo de médicos, odiaba a la débil Sonia que había surgido en ella.
-Gracias, no era necesario.
-Claro que lo era- la interrumpió su nutricionista, la cual la había sacado de aquella prisión en que la anorexia y bulimia habían hecho estragos.
-Siéntate- ordenó aquel hombre que se había convertido en su más grande amigo, Carlos el terapeuta. Sonia había quedado eclipsada por su varonil belleza, ojos color miel, pelos rizados y oscuros como la noche, pero poco tiempo después tuvo que tragarse todo aquello, pues Carlos era gay.
- Bien sabes que ha días de tu alta, debemos hacer un chequeo, por esa razón vamos a comenzar por hacerte una pruebas.
Carlos sacó una foto de una carpeta azul, que en la tapa decía paciente 10400, ese era su nombre cuando estaba con las demás internas.
-¿Qué ves?- preguntó Carlos entregándole una fotografía.
Sonia tuvo que mirar dos veces para poder reconocerse.
-Soy yo- dijo asombrada.
- Describe lo que ves.
Sonia parpadeó varias veces tratando de organizar sus ideas: - Es una muchacha destruida, sola, herida, que se odiaba a sí misma.
-¿Qué me decís del aspecto físico?- preguntó Andrea.
- Parece una bruja, con la piel pegada a sus huesos y…- Sonia se atragantó con sus lágrimas- casi pelada, sin uñas y con la piel amarilla.
-¿Que le sucedía?- siguió preguntando Andrea.
-Estaba perdida, no encontraba como curar sus heridas por esa razón se estaba… matando.
Carlos sacó la fotografía de sus manos, le dió unos minutos para recuperarse, para luego alcanzarle un espejo.
-Quiero que te mires y nos digas que ves.
Sonia tomó el espejo tímidamente y en cuanto se vio reflejada, el llanto llenó el lugar, las lágrimas eran incontrolables y los temblores de su cuerpo no la dejaban concentrarse.
-Lo siento... es que no puedo creer lo que estoy viendo.
-¿Qué ves?- preguntó Carlos, pero Sonia no era capaz de decir una palabra- yo te lo voy a decir.
-No por favor, no lo soportaría.
-Lamento informarte que te vas a tener que acostumbrar a estos cumplidos- le aclaró y poniéndose en pie dijo- yo veo una mujer recuperada, que ha dejado atrás todo lo que odiaba y lastimaba.
-Con una alimentación correcta y ejercicio diario logro salir de sus desórdenes alimenticios- Interrumpió Victoria la nutricionista.
-Además, con la cabeza más sana y limpia que nunca- dijo Andrea colocándose a su lado para abrazarla.
-Gracias, porque además de profesionales son mis mejores amigos. Como me gustaría que mi familia estuviera aquí- dijo sin pensar.
-Estarás con ellos, muy pronto- le informó Carlos.
-¿Qué quieres decir?
-Sonia, ¿recuerdas tus planes para irte al extranjero con tus amigos?
-Sí - lo recordaba, ella no había perdido la maña de trazar sus metas y cada mañana recordarlas. Como quien no quiere la cosa, había decidido mudarse al extranjero con Gonzalo y Micaela, sus amigos, ellos tomaron la decisión de cuidarse mutuamente, casándose y formando una linda familia.
-No vas a poder llevarlos a cabo.- las palabras de Carlos la devolvieron a su realidad, donde la palabra “no” era muy común -¿Por qué?, ¿la justicia me lo prohíbe?
-No, al parecer tienes asuntos pendientes en tu ciudad natal.
-¿Qué?- Sonia no podía creer lo que acababa de escuchar, si bien anhelaba ver a su familia, ese no era el plan que ella tenía, no quería volver, por nada del mundo.
-Estarás bien.
-No estoy tan segura.