La Maldición.
Maldición fue haberte encontrado. Esa
noche cuando la tormenta profundizaba en mi vida, cuando todo el mundo se había
ido, nadie estaba para dar un consejo o simplemente una mirada que implicaría
un “te entiendo, cuenta conmigo a pesar de”...
En mi desesperación, en mi gran amargura,
en mi más profunda locura estabas ahí, cuando la desesperación arremetía sin
contemplaciones tú tomaste mi hombro y susurraste “tranquilo, no estás solo”.
Maldición fue haberme acostumbrado a tu
presencia, a tus susurros, tus palabras, tu compañía, porque cuando no estés
más, te voy a desear. Dependo de ti locamente, solo de ti, como el aire, amo
tus silencios, porque aun así estas ahí.
Gracias por tu amor incondicional, pero
maldito sea yo por no corresponderte con la misma pasión, aun así te amo.
Gracias por amarme cuando no lo merecía.