sábado, 28 de febrero de 2015




¿Todo tiempo pasado fue mejor?


Selva estaba mirando su rostro en el espejo. A cada lado de sus ojos color miel, tenía unas pronunciadas “patas de gallo”, con un suspiro enorme evocó en su mente la etapa en la cual aquella cara no estaba surcada por tantas arrugas, en su estómago sintió el helado frio del anhelo, el deseo de poseer algo que ya no podía tener.

-¿Qué ocurre querida?- preguntó Alberto su esposo, tres años más grande que ella, él se había situado detrás de aquella acongojada mujer.

- ¿No te gustaría que me deshiciera de estas molestas arrugas?- preguntó frunciendo el ceño.

- No, para nada- contesto dándole un dulce beso en el hombro derecho.

-¿No te gustaría que volviera a ser aquella muchacha de 20 años?

- No. Por supuesto que no- contestó con una sonrisa, la cual molesto a Selva- ¿Qué sucede cariño?

-Me encantaría  volver unos años atrás y borrar algunas arrugas que ya delatan mis 55 años, que demuestran lo vieja que estoy.

- ¿Acaso has perdido el juicio?- preguntó asombrado.

- No, solo estoy un poco molesta con mis arrugas.

-Yo amo tus arrugas- declaró Alberto, haciendo volver a Selva quedando sus caras muy juntas.

-No se le debe adular las arrugas a una mujer- dijo ella coqueta, abrazándolo depositando un dulce beso en sus labios.

- Yo lo voy a decir mil veces- dijo serio- tus arrugas demuestran que has crecido sí, pero para mí son la evidencia de que estoy casado con una mujer que no se deja derribar por nada ni por nadie, que pasó noches enteras velando por la salud de sus hijos, cuentan lo llena de experiencias que estás- respiró y sin pensarlo le devolvió el dulce beso que Selva había depositado en sus labios.

-Te amo Alberto- declaró derritiéndose en sus labios.

- No es de sabios anhelar tiempos pasados, sino de tontos que no supieron aprovechar el tiempo para adquirir experiencia y sortear obstáculos. Tus arrugas son las que dan testimonio de nuestro duradero amor.


viernes, 27 de febrero de 2015




Controla tu carácter.




- Ha, no señorita, ¿cuántas veces debo decirte que el desayuno es en la mesa?- regañó Teresa a su hija que estaba sentada en el sofá.
Sofía se dirigió a la mesa a regañadientes.
-Bueno te informo hija que luego debes recoger a tu hermano de la práctica de fútbol y dirigirse juntos a lo de tu abuela porque…- Pero Teresa fue interrumpida.
- No- gritó Sofía- no pienso ser tu niñera ni la enfermera de mi abuela, mamá.
-¿Qué has dicho?- preguntó asombrada Teresa, pues Sofía no era de gritar.
- Lo que escuchaste, no pienso hacer nada de lo que digas. No soy tu maldita esclava- dicho eso al instante Sofía sintió como una punzada de arrepentimiento cruzó su estómago.
Teresa se encolerizó, pero para consternación de Sofía, su madre solo se limitó a decir calmada:
.-Esta bien Sofía, no lo hagas, intentaré salir temprano del trabajo buscaré a tu hermano e iremos a casa de la abuela, donde te espera con un regalo que tanto anhelabas, ella lo entenderá, si tu no lo quieres.
-¿Un regalo?- preguntó sarcástica-Estoy cansada de tus estúpidas amenazas mamá, cansada de no tener vida propia y regirme bajo tu mandato- dijo haciendo ademanes con sus manos- el regalo de la abuela, no me interesa además, ¿qué es?, un par de calzones o acaso un par de medias- dijo muy enojada.
- Espero señorita que de ahora en adelante empiece a controlar su carácter y que este sea su primer y último berrinche, porque gracias a su enojo usted se ha quedado afuera del concierto de Violeta (cantante Argentina Juvenil), pues ese era el regalo que tu abuela tenía para tu cumpleaños.
Sofía quedo atónita, por la estupidez de sonar madura como muchas veces había visto a su amiga Lorena, se había quedado sin su más preciado y anhelado regalo, ir a ese concierto era lo que más esperaba, ella estaba enfadad, enojada, irritada, porque su familia no había podido darle su fiesta de quince o algún regalo transcendental. Ella no se detuvo a pensar que quizás habían estado ahorrando mucha plata para este viaje hacia la capital.
-Lo siento- se limitó a decir entre lágrimas que caían en cascadas- siento haberte gritado fui una niña tonta, creí que te merecías ese trato por no darme una fiesta de quince o...
- Queríamos darte esta sorpresa, sabíamos lo mucho que te gustaría ir y nos pareció justo, en cuanto a la fiesta, ¿Quién dijo que no ibas a tener una?- preguntó con una sonrisa en la cara.
- ¿Por qué sonríes?- pregunto avergonzada.
-Porque te amo, y no te dejaría sin tu viaje, pero espero que esto sea un escarmiento para ti, y que de ahora en adelante…
- No me enojes más- interrumpió Sofía limpiándose las mejillas con el dorso de las manos.
- Enojarte si puedes todo lo que quieras, pero controla tu carácter ,porque cuando nos enojamos nuestro cerebro no funciona como debería y decimos o hacemos cosas que pueden perjudicarnos o en el peor de los casos perjudicar a otros.